
En cierta ocasión, Nasrudin extravió su burro. Al cabo de un buen rato, azorado, comenzó a dar gritos en medio del bazar, ante el gentío que pasaba:
-"¡Oh gentes! He perdido mi burro y estoy desseperado, pues es lo que más amo en el mundo. Así que necesito econtrarlo y a quien lo encuentre se lo daré en recompensa".
A un amigo suyo que pasaba por allí la forma de razonar de Nasrudin le pareció extraña, por no decir absurda:
-"Pero, vamos a ver, Nasrudin, si lo piensas dar en recompensa, ¿por qué quieres encontrarlo?", le dijo el buen hombre, que, como de costumbre, no entendía nada.
Esto fue lo que Nasrudin le contestó:
-"Porque el placer que obtienes cuando encuentras algo perdido es mayor que la alegría de poseerlo".
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