
Tras meditarlo un rato, dice el pescador:
- Me gustaría que me hicieses lo bastante inteligente como para hacer una elección perfecta de los otros dos deseos.
- Hecho -dijo el genio- Y, ahora ¿cuáles son tus otros deseos?
El pescador meditó de nuevo durante un momento, y contestó:
- Gracias. No tengo más deseos.