
Y en esas estaba, cuando encontró un pesebre con avena y, a su lado, un recipiente con agua.
El caso es que el asno se paró y ante ellos no supo qué hacer primero, si comer o beber.
Y al no encontrar una mejor razón para preferir una cosa u otra, la duda permanente le llevó a la muerte.
Moraleja: ¡Bebe y, después, piensa! o ¡No pienses, pero BEBE!
La indecisión eterna del asinus (término del latín usado para designar a la subespecie "domesticada" perteneciente al género y especie del Equus africanus -libre y salvaje-), le retuvo en la quietud de su vacilación y le hizo morir mansamente. La no resolución de su conflicto mental, desatendiendo sus necesidades orgánicas -la sed y el hambre-, mató al asno, literalmente.
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